Estás en consulta, con tu paciente disfónico. Estáis trabajando vocalizaciones con la erre, porque con tus años de experiencia ya sabes que la erre funciona muy bien para las disfonías, y escuchas atentamente su voz para asegurarte que esa erre suena bien.
Le pides que no se corte el sonido, que note una buena vibración y resonancia de la voz, que controle bien el aire para que le llegue hasta el final de la vocalización.
Trabajáis un buen rato con la erre: escaleras, subir y bajar el tono, añadiendo quizás alguna vocal para vocalizar con sílabas tipo /ro/ y alargar la vocal...
¡Todo va bien, la voz suena potente y bastante limpia, parece que el paciente mejora!
Le oyes carraspear y parece que está un poco incómodo, pero no le das importancia porque estaba con la voz muy mal cuando ha llegado, ahora con las erres está mejor, ¡con lo bien que sonaba esa vocalización!
A continuación te propones trabajar con un ejercicio de terapia de resistencia al agua (TRA) y le das el tubo y una botellita con agua para empezar con la fonación suave. Con ese ejercicio seguro que se le relajan las cuerdas, piensas, emocionada al sentir que estás ayudando mucho a tu paciente.
Le indicas cómo hacerlo y le das algunos ejemplos. Te imita, pero parece que le cuesta y que cada vez está más incómodo. Intentas mostrar seguridad, no puede ser que no le funcione, los ejercicios con el tubo siempre mejoran la voz. Además, aún está aprendiendo a hacerlo bien, por eso se cansa. Decides continuar y hacer todas las vocalizaciones que habías planeado para hoy, son solo 10 minutitos y seguro que le irán bien.
Al terminar la sesión notas que su voz no ha mejorado, ¿parece que está más ronco que al entrar o es que ha trabajado tanto que se ha cansado? No sabrías responder a eso pero al menos estás tranquila porque sabes que has hecho los ejercicios adecuados para la disfonía y seguro que con el tiempo irá mejorando.
Aunque después te das cuenta que eso pasa en casi cada sesión y no solo con él, también con otros pacientes.
¿Qué pasa?
¿Porqué se cansan?
Si las vocalizaciones son correctas y sigues todos pasos, ¿qué es lo que falla?
Si esta historia podría ser la tuya, sigue leyendo. La pregunta mágica aparecerá pronto :)
Estás preocupada, y con razón. Creías que lo estabas haciendo bien pero ves que hay algo que no funciona, que la voz de tus pacientes no mejora como te han dicho que tendría que mejorar haciendo esas vocalizaciones.
Lees y revisas libros y artículos de voz, miras vídeos de Instagram, de Youtube y hasta de Tiktok sobre la voz y la rehabilitación de disfonías. Eso ya lo sé, jo***, piensas.
Te sientes perdida y sin saber muy bien porqué empiezas a preguntar a tus pacientes lo que te sale del alma: Oye, ¿esta vocalización con la erre, sientes que te ayuda con tu voz? Se queda parado, no sabe qué responder. Puedes ver cómo duda y entiendes que si te dice que no puede que te lo tomes mal y si te dice que si... será mentira. Ahí lo ves claro y con tu mejor intención, preguntas de nuevo: Quiero decir, si sientes que tienes que forzar para hacerla. Ya sé que está sonando bien (¡muy bien, de hecho!) pero si estás forzando ya no nos sirve, porque te cansarás igual. Qué me dices, ¿sientes que te ayuda?
Él asiente, lo ha entendido, y te contesta que no, que no nota que esté mejorando. Que fuerza la voz desde el primer día, en la primera vocalización, y que no sabe muy bien cómo va a mejorar porque no nota cambios pero que confía en ti.
UAU.
¿Ha estado forzando todo este tiempo?
pero.... ¡¡¡LAS VOCALIZACIONES SONABAN BIEN!!
¿cómo puede ser?
Estás en shock. Disimulas tus emociones y te prometes que nunca más un paciente volverá a hacer una vocalización forzando la voz en tus sesiones. Ni uno más. No tienes ni idea de cómo hacerlo, así que continúas preguntando y preguntando y preguntando... en cada vocalización, en cada puñetero ejercicio de voz, le preguntas:
¿CÓMO LO SIENTES?
¿ESTÁS FORZANDO?
ESTA VOCALIZACIÓN, ¿LA SIENTES CÓMODA EN TU VOZ?
Al principio es raro, si.
Pero pronto te das cuenta que la información que te da, que te dan los pacientes, es mucho más valiosa de lo que podías imaginar.
De repente, forzar o no forzar es lo más importante en tus vocalizaciones. Si te dicen que una vocalización no es cómoda es probable que estén forzando, así que la modificas hasta que encuentras la forma en que esa vocalización les es fácil y cómoda.
Te las apañas para conseguirlo. Empiezas a hacer cosas inimaginables hasta ahora, como pedirles que no es necesario que se pongan rectos ni que se fijen en la respiración.
Priorizas la comodidad y la facilidad de la emisión vocal.
Te buscas la vida para que esas vocalizaciones sean realmente eficaces.
Algunas veces te das cuenta que las vocalizaciones no suenan bien. Tienen aire, suenan roncas, se cortan. Seguro que antes les habrías corregido ese sonido, pero ahora les preguntas y te dicen que están encantados, que al hacerlas así notan que la voz está más ligera y al salir se siente mejor.
No lo entiendes mucho (estás trabajando casi sin tener en cuenta nada de lo aprendido hasta ahora) pero ves los resultados.
Y nunca antes habías rehabilitado las disfonías tan rápido... ni veías a los pacientes tan agradecidos.
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Cualquier vocalización debería priorizar la facilidad y la comodidad vocal, que son los indicadores de una fonación equilibrada y sin hiperfunción.
Con un poco de práctica podemos intuir si los ejercicios vocales que damos a nuestros pacientes son cómodos y fáciles para ellos, aún así, si no les preguntamos, no podemos estar seguras de ello.
Aquí te dejo las pautas básicas para que tu también puedas hacer magia con tus pacientes de voz:
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